Saturday, February 20, 2010

ESTAMOS EN EL MUNDIAL ..... SUDAFRICA 2010

Llanto de alegría

Al terminar el partido en San Salvador, Julio de León cambió camiseta con un jugador rival, se abrazó con un par de sus compañeros y se dirigió caminando hacia el vestidor. Honduras había ganado, pero no era suficiente. Costa Rica estaba haciendo la hombrada en Estados Unidos, y los catrachos se quedaban en la orilla... otra vez.


De pronto, un sonido atronador hizo que detuviera su andar y levantara la mirada. Tres mil fanáticos vestidos de azul y blanco gritaban a coro mientras celebraban como nunca en su vida. El jugador no tuvo que preguntar para darse cuenta de lo que había pasado. La piel de gallina en sus brazos se lo había dicho todo en un segundo. Se derrumbó en la grama y se dejó llevar por el llanto y la felicidad.


Un milagro de última hora

Fue una jornada trepidante para toda Honduras. Al terminar la primera mitad en los dos partidos que decidían su destino, el panorama no podía ser más desolador. Costa Rica lograba lo impensable y dominaba con justicia a Estados Unidos con dos goles de Brian Ruiz. Honduras, mientras tanto, estaba atorado por los difíciles salvadoreños. Intentaba, pero sin éxito.

Por eso el gol de Jonathan Bronstein fue tan inesperado para los jugadores catrachos. Ellos, finalmente, habían hecho su parte con ese gol de Carlos Pavón, el hombre que había tenido en sus pies la clasificación unos días atrás y la había dejado escapar. Pero de nada servía si los Ticos ganaban en tierras norteamericanas. Y entonces, cuando todo era resignación, el defensor estadounidense se levantó en el área y desató el delirio a miles de kilómetros de distancia.

El propio Pavón, aún incrédulo al terminar el encuentro, describió sus sensaciones. "Esto es algo inolvidable, estamos felices, no se puede explicar lo que sentimos, fue sufrido pero Honduras se lo merece". Y después, describió su versión de esos segundos milagrosos. "Estábamos tristes, pero de un momento a otro vimos a la gente celebrar en las graderías, nos preguntamos qué pasaba y nos dimos cuenta que habían empatado los norteamericanos, nosotros corrimos y celebramos, merecemos ir al Mundial".


El vestidor y las calles

Reinaldo Rueda había sido expulsado durante el encuentro. Así, el técnico debió vivir la máxima angustia de no poder ver directamente el desenlace de más de dos años de trabajo. En el vestidor, pidió ayuda para que la historia tuviera un final feliz. "Entré al camerino, me arrodillé y le pedí a la virgen que me hiciera el milagro en Estados Unidos, y después no lo creía", afirmó eufórico. "Esto es para la felicidad de la gente. Es el mejor premio a toda la calidez que le han dado los hondureños a la selección y a mi persona".

La euforia era total. En las tribunas del Cuscatlán los catrachos viajeros se abrazaban y lloraban. Frente a ellos, los jugadores habían ido a rendir homenaje a esos aficionados que los habían acompañado en las buenas y en las malas. Futbolistas e hinchas se unieron en una sola voz: "nos vamos al Mundial", cantaban a coro.

Y esas mismas palabras retumbaban en todo el país. Desde Tegucigalpa hasta San Pedro Sula pasando por La Ceiba, millones de personas salieron a las calles para festejar el hecho histórico. La fuente luminosa de "la ciudad de los zorzales" se llenó de fanáticos en calzoncillos, con la bandera hondureña como único atuendo, mientras se hacía imposible transitar por las calles de la capital.

De regreso en el "Cusca", David Suazo recorría la cancha de rodillas, para cumplir con una promesa hecha antes del partido. Amado Guevara se abrazaba con su gran amigo Pavón y le decía "lo logramos hermano... lo logramos". Los periodistas se felicitaban y se entrevistaban entre ellos.

Y las celebraciones continuarán hoy. El país tiene un día de asueto nacional, decretado por el gobierno y los fanáticos se preparan para recibir a sus héroes, que llegarán al país durante el día y se prevé que hagan un recorrido por las principales calles de la capital. Un digno colofón para terminar con 27 años de espera que, por más de 90 minutos, parecía que nunca iban a terminar.

No comments:

Post a Comment